domingo, diciembre 17, 2006

¿Para qué demonios querría un coche un parado?

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Porque, en una sociedad de consumo, donde lo políticamente correcto es ser automovilista, ¿qué derecho tiene el Estado a privar a un ciudadano pobre de la posibilidad de obtener un premio en una rifa en las mismas condiciones que los que no son pobres? Pero mucho me temo que quienes rigen los destinos de la patria y sus distintas, distantes y surrealistas realidades nacionales tienen, frente a la pobreza, una actitud similar a la de aquella vieja dama citada por Bertrand Russell en su Elogio de la ociosidad: "Recuerdo haber oído a una anciana duquesa decir: "¿Para qué quieren las fiestas los pobres? Deberían trabajar".

¿Para qué demonios querría un coche un desempleado?