viernes, febrero 24, 2006

Conferencia: 'El gobierno en el futuro' de 1970 (Noam Chomsky)

... Para empezar, podemos distinguir dos sistemas de poder: el político y el económico. El primero lo constituyen, en principio, unos representantes que elige el pueblo para que decidan la política pública; el segundo, también en principio, es un sistema de poderes privados -un sistema de imperios privados- que están exentos del control del pueblo,
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excepto en aquellos aspectos remotos e indirectos en los que incluso una nobleza feudal o una dictadura totalitaria deben responder a la voluntad popular. Esa organización de la sociedad tiene varias consecuencias inmediatas. La primera es que, de una manera muy sutil, induce a gran parte de la población, sometida a decisiones arbitrarias tomadas desde arriba, a aceptar la mentalidad autoritaria. Y, en mi opinión, eso tiene un efecto muy profundo sobre el carácter general de nuestra cultura, que se manifiesta en la creencia de que hay que obedecer órdenes arbitrarias y plegarse a las decisiones de la autoridad. ...
... La segunda consecuencia importante de esa organización de la sociedad es que el ámbito de las decisiones sujetas, en teoría, al menos, al control democrático popular es muy reducido. Por ejemplo, en principio, quedan excluidas legalmente de él las instituciones fundamentales de cualquier sociedad industrial avanzada, es decir, los sistemas comercial, industrial y financiero en su totalidad.
Y la tercera consecuencia importante es que, incluso dentro del reducido ámbito de las cuestiones que se hallan sometidas, en principio, a la toma de decisiones democrática, los centros privados de poder pueden ejercer, como bien sabemos, una influencia desproporcionadamente grande utilizando métodos que resultan obvios, como el control de los medios de comunicación o de las organizaciones políticas, o, de un modo más sencillo y directo, por el simple hecho de que, habitualmente, las figuras más destacadas del sistema parlamentario proceden de ellos.
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El reciente estudio realizado por Richard Barnet acerca de las cuatrocientas personas que han decidido las políticas del sistema nacional de seguridad estadounidense desde el final de la Segunda Guerra Mundial demuestra que la mayor parte de ellas "procedían de despachos de altos ejecutivos o bufetes de abogados situados en quince edificios -que se hallaban a tan poca distancia los unos de los otros que esas personas hubieran podido llamarse a gritos- repartidos por Nueva York, Washington, Detroit, Chicago y Boston". Y todos los demás estudios al respecto llegan a las mismas conclusiones.En resumen, en el mejor de los casos el sistema democrático tiene un ámbito de actuación muy reducido en la democracia capitalista, e incluso dentro de ese ámbito tan reducido su funcionamiento se ve tremendamente obstaculizado por las concentraciones de poder privado y por la manera de pensar autoritarias y pasivas que inducen a adoptar las instituciones autocráticas, como las industrias. Aunque sea una perogrullada, hay que subrayar constantemente que el capitalismo y la democracia, en último extremo, son incompatibles. Publicado en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=17946

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